"TRABAJAMOS SOLO TRES ARTISTAS: EL BENNY, JUANA BACALLAO Y YO"
Rafael Lam
Periodista y cronista musical, guionista y director de programas de radio y TV
Autor de La Habana nocturna, Los reyes de la música Cubana, El boom de la Salsa y Los reyes de la salsa
Miembro Uneac
Colaborador Salsa Global
Cubano
La Habana, Cuba
Año 2007
En el barrio de Pueblo Nuevo, ya no tan nuevo, en La Habana, vive Agueda Alvarez: Lalín Lafayette, la mujer quién, junto a los bailadores de Prado y Neptuno, inventó los pasos del ritmo chachachá: "Un, dos, tres, cha cha chá"; y sirvió de modelo como La Engañadora, el primer hit de Enrique Jorrín con la orquesta América (grabado o publicado el 9 de marzo de 1953, disco de pasta de 78 rpm, número 1536 de Panart).
Junto a mi fotógrafo, Pepe Cárdenas, llegué a la calle Belascoaín No. 1022, entre Clavel y Santo Tomás, frente al Conservatorio Municipal de Música, actual Amadeo Roldán. En un apartamento de los altos, viven tres de las grandes bailarinas de la vida nocturna habanera de la época de oro: Meche, Lalín y Esther (Lafayette). Las dos primeras pertenecieron a Las Mulatas de Fuego, dirigidas por el coreógrafo Rodney, y la tercera: la Reina Karula, quién fuera la famosa bailarina del ritmo columbia, con puñales, única sobreviviente del espectáculo que viajó a México, en junio de 1945, con Benny Moré y el conjunto Matamoros.
Lalín Lafayette, llamada "La Sandunguera de Cuba", no quiere revelar su edad, la defensa es permitida, ahora se cumple medio siglo y tres años del surgimiento oficial del ritmo chachachá, en la sala Amores de Verano, en la calle Prado y Neptuno, que está renaciendo nuevamente: "Resulta que yo bailaba de pareja con distintas compañías de baile en muchos de los espectáculos de teatro y cabaret habaneros. Comencé en el Teatro Nacional, hoy Gran Teatro de La Habana, con el grupo de baile de swing: Loquimambia, donde cantaba José Antonio Méndez. Ahí bailaba con figuras como: Dandy Crawford, Francisco Fellove, Humberto Cané, no el músico, y muchos más, era una compañía grande. Después fui integrante de la compañía de Julia Rive, ella era la tía de Ignacio, el de Los Zafiros, quién también era bailarín. Todos fueron a Europa. Trabajé con la Compañía de Alberto Alonso, compartí escenarios con Omara Portuondo, cuando ella bailaba y cantaba algo. Entonces hacía pareja con el negrito Polis, bailarín excéntrico que aún vive en Alemania. El director de la Orquesta América, Ninón Mondejar, que estaba en la viva, nos vio bailar, se dio cuenta que éramos los líderes del baile, y nos contrató para que mostráramos y enseñáramos al público bailador los pasos del chachachá. A mí me utilizaron para escenificar a La Engañadora, una mujer que se ponía rellenos en los ajustadores y las nalgas. Una moda muy usual en la época. Yo me ponía las almohaditas y cuando comenzaba el chachachá, Poli, me quitaba las almohaditas y a bailar chachachá. La experiencia resultó una sensación, porque era la moda, la fiebre del momento en Cuba y en el mundo. En aquellos días no se hablaba más que de chachachá."
Después del gran éxito de La Engañadora, Lalín se integró a la segunda etapa de Las Mulatas de Fuego, en temporadas triunfales en los teatros América y Martí: "Las Mulatas de Fuego fueron otro acontecimiento nacional e internacional. Al inicio las nombraban: Mulatas de Bronce y Mulatas del Caribe. La componían seis bailarinas y tres cantantes. Hicimos películas, presentaciones en teatros muy famosos de América Latina. Las coreografías de Rodney en el cabaret Tropicana eran un fenómeno, y las mujeres que integraban el grupo eran espectaculares. Acuérdate que ha pasado medio siglo de aquellas primeras Mulatas de Fuego. Aquellos tiempos no eran tan liberales como hoy, todavía se vivía mucho puritanismo, muchas censuras heredadas del monaquismo español que era muy férreo".
Existe una etapa memorable de Lalín con Benny Moré, en el Cubana Club, de la zona del Caballo Blanco, donde debutó Benny, después de su llegada de México en 1951: "Benny comenzó su etapa, de la década de 1950, en ese cabaret de los arrabales de la capital, una zona muy popular. Los que visitaban los grandes cabaret como Sans Soucí, al final llegaban a Cubana Club, que siempre estaba lleno, completo. Era un salón largo, como si fuera un barco, al final tenía un patio con taburetes. Trabajábamos solamente tres artistas: Benny Moré, Juana Bacallao y yo. Benny cantaba con un conjuntico y después doblada sus grabaciones en disco, a través de la víctrola. Un día Benny no llegaba y el gerente Nené fue a buscarlo, estaba tirado en una cama, con un piyama a rayas. Benny no estaba para el figurao y le dijo a Nené: "Si quieres voy a presentarme así mismo con este piyama". "Así mismo", le contestó Nené, y se lo llevó en su carro para el club. Alipio García, dueño del Ali Bar, iba a contratar al Benny, que no abandonó el club, hasta que se volvió loco el dueño, llamado El Nene".
Después de la experiencia con Las Mulatas de Fuego, Lalín, junto a la cantante Vilma Valle, pasó a integrar la compañía del boxeador Kid Gavilán. Gavilán quería bailar y lo apoyaron buenos coreógrafos: Rodney y Alberto Alonso. La Compañía fue de gira al Chateau Madrid de New York, pero Lalín dijo: "Yo me quedo", y no fue a la gira. De Cuba para Italia, marchó Lalín en 1954, con la Compañía Carnaval de Cuba, dirigidos musicalmente por José Urfé, el de Fefita y El Bombín de Barreto: "Nos acompañaba también Pepín Vaillant, que devino en un gran excéntrico musical en París. En Italia me quedé como artista solista, cantaba y bailaba de todo. Desde México me envió la Orquesta América una invitación para mostrar en el Distrito Federal el baile sin igual del chachachá, pero mi empresario europeo no me lo permitió. Viajé por toda Europa y el Oriente, enfrenté tres guerras. Era increíble como gustaba la música y el baile cubano, eso es un éxito seguro. Recuerdo que en una ocasión fuimos tres mulatonas espectaculares a un cine, vestíamos pantalones, y le cayeron a piedra al cine, y le desbarataron sus cristales. Tuvo que venir la policía. Ellos no admitían pantalones en las mujeres, pero tu sabes que nosotros éramos atómicas".
En 1976, Lalín regresó a su Habana, se retiró del gran mundo del espectáculo, y ahora cuenta sus memorias: Lalín, la primera sandunguera, la bailarina de la Engañadora:
A Prado y Neptuno
iba una chiquita
que todos los hombres
la tenían que mirar,
estaba gordita
muy bien formadita
y en resumen colosal...
Pero todo en esta vida, se sabe,
sin siquiera averiguar,
se ha sabido que en sus formas,
rellenos tan sólo hay,
que bobas son las mujeres
que nos quieren engañar...
Me dijiste...!
Ya nadie la mira,
ya nadie suspira,
ya sus almohaditas,
nadie las quiere apreciar...
Título original: La engañadora, la sandunguera de Cuba, vive en La Habana
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