lunes, 14 de febrero de 2011

Conozcamos mas de Faustino Oramas EL GUAYABERO


Faustino Oramas, nació el 4 de Enero de 1911 en la ciudad de Holguín. Su familia, de origen muy humilde, se vió obligada a trabajar en dificiles condiciones para lograr su supervivencia. La familia Orama carece de tradición musical y el joven Faustino se vió obligado a aprender música en forma totalmente autodidacta. Aunque su primer trabajo fue en una imprenta muy pronto el encanto de la música le reclamó. A la temprana edad de 15 años formó parte del "Tropical Band" como cantante y tocando las maracas. Esta banda incluía tres guitarras, maracas, una trompeta y un bajo.


En 1938 compuso "En Guayabero" la canción que le dió su apodo. La canción fue consecuencia de un malentendido que ocurrió en el Molino de Azúcar del pequeño pueblo de Miranda. La banda fué a tocar en el cuartel de los trabajadores el día de pago, terminada la actuación pararon en el bar del pueblo. Allí había una guapa chica trigueña que servía la bebida a los músicos y que , dió la casualidad, que era la amante del jefe de la policía local (como en todos los pueblos pequeños, el jefe de policía a su vez, ejercía de alcalde). Algún cotilla, tal como dice Faustino, le dijo al policía que su "trigueña" estaba sirviendo bebidas a varios músicos. No hace falta decir que Faustino y sus compañeros tuvieron que abandonar el lugar con una inusual precipitación. El incidente fue recordado "En Guayabero", quizás su canción más conocida.

Lo de trovador itinerante le viene a Faustino Oramas Osorio desde sus primeras incursiones musicales por calles y plazas en busca del sustento diario, mas en realidad faltaba un sitio adecuado, sobre todo en su natal Holguín, donde rendirle permanente homenaje al último juglar de la tradición cubana, como lo considera la crítica internacional.
Durante más de siete décadas de continuo quehacer artístico, este genuino músico holguinero, que se inició a los 15 años de edad con el sexteto La Tropical, supo recoger lo mejor de la tradición criolla, dotarla de rítmicos compases y agregarle pícaras improvisaciones.
Precisamente de aquellos lejanos tiempos viene su más conocida composición, la que le dio nombre al bardo, quien mientras huía de la golpiza prometida por un cabo de la guardia rural por flirtear con su esposa, cantó: "Trigueñita del alma, no niegues tu amor" y le agregó el popular estribillo: En Guayabero mamá, me quieren dar.
De origen humilde, pero siempre inclinado al elegante vestir y la buena presencia, singularizó la estampa del trovador ataviado con vistoso traje, corbata y sombrero cantonié, el cual estuvo de moda en Cuba en la década de 1920-30, más la inseparable guitarra bajo el brazo.
Sin embargo, los verdaderos valores de este artista de pueblo, su contribución al rescate de nuestras raíces musicales y la tradición trovadoresca y legítimos aportes al humor musical, no fueron reconocidos hasta después del enero triunfante.
"Todo lo que soy, reconoció con desenfado Faustino, se lo debo a la Revolución, al igual que muchos otros, antes era necesario inventar para buscarse unos quilos y ahora te lo dan todo: buen salario, facilidades para trabajar, condecoraciones...
"Personalmente me siento satisfecho, mi música se escucha en muchas partes del mundo, tengo discos y casetes grabados, he compartido el escenario con destacados artistas nacionales e internacionales y he visitado México, España, Francia, Holanda y otros países".
Galardonado con las distinciones: Félix Varela, Por la Cultura Nacional, el Hacha de Holguín, símbolo de la Ciudad, el Escudo de la Ciudad y el Premio Nacional del Humor 2002, los cuales muestra con orgullo en la pechera del saco, dice con picardía que el doble sentido a sus interpretaciones se lo pone la gente.
Pero a pesar de tantos reconocimientos, no había en la Ciudad de los Parques una institución dedicada especialmente a rendir merecido tributo al juglar mayor y su música, hasta que la Dirección de Cultura en la provincia de Holguín decidió dedicarle la Casa de la Trova, que desde entonces se llama El Guayabero.
"Aquí me siento muy bien, estas son cosas que uno debe agradecer y te estimulan a seguir viviendo", manifestó una de las noches en que a pesar de su edad y lógicos achaques acude a la cita y comparte con colegas y admiradores.
Desde que uno llega a la hermosa casona colonial, bien conservada y mejor ubicada, frente al céntrico parque Calixto García, entra en contacto con la vida y obra del maestro de trovadores, como lo calificó Silvio Rodríguez, porque puede apreciar traje, sombrero, maracas, guitarra, tres, bastón, fotos y otros objetos personales montados en la sala y escuchar su música, en el trovadoresco ambiente del patio colonial.

Tomado de: http://www.trabajadores.co.cu
Por: Manuel Valdés Paz

No hay comentarios:

Publicar un comentario